Parece que nuestro cerebro se niega a ver lo extraordinario como sucede en aquellos videos donde unos chicos se pasan una pelota y mientras que, por la escena, aparece un personaje disfrazado de gorila. Y es que, nuestro querido cerebro, utiliza sus propias experiencias cuando analiza una nueva situación sin tener en cuenta que se trata efectivamente de una nueva situación, para la cual, cualquier paradigma anterior debe ser cuestionado.
Parece ser que el ser humano sólo es capaz de prever con la suficiente antelación aquellos acontecimientos que se aproximan a velocidad constante, es decir, que pueden ser medidos y que encajan con un patrón determinado. Imagina por un momento que te encuentras en el fondo de una piscina y que de un grifo especial situado sobre ti va a salir un grano de arena en el primer minuto. En el segundo serán dos granos y así sucesivamente. ¿Serías capaz de calcular cuánto tiempo tardaría la piscina en llenarse? Nuestra piscina tardaría unos 50 minutos en llenarse con el agravante de que en el minuto 45 nuestra piscina aún no habría alcanzado el 7% de su capacidad. Si en ese momento hubiera aparecido un camarero por nuestra piscina aún le hubieras pedido otra cerveza pensado que disponías de mucho tiempo.
Tenemos una gran dificultad para anticiparnos a sucesos que se aproximan en aceleración como en el ejemplo de la piscina. O como en el último suceso que está marcando la vida de muchas personas y que hemos bautizado con el nombre de “crisis”.
El cambio es una constante en la vida de las personas y organizaciones. La mayorías de ellas prefieren ignorar los cambios que se avecinan perdiendo oportunidades de progreso o en el peor de los casos viéndose arrastrados a la ruina. La palabra cambio ha sido siempre percibida de forma negativa sin querer ver que nuestro entorno está en contínuo cambio. En la naturaleza, el cambio engendra vida, y en nuestras vidas el cambio genera oportunidad o amenaza pero al igual que ocurre en la naturaleza, el cambio ha venido a llevarse lo malo, lo que no sirve, lo que no es eficiente, lo que no aporta valor, etc. Si tienes miedo al cambio puede ser que no estés aportando mucho valor a nuestro planeta.
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