Crisis, crisis, crisis… en las esquinas, en las terrazas, en el trabajo y en las cenas de amigos. Es un tema recurrente en todas las conversaciones. La crisis se ha convertido en Trend Topic de nuestras vidas y, aunque delante del espejo te prometas que hoy no vas a hablar de crisis, siempre hay alguien que saca el tema y tú, como te consideras uno de los afectados, entras al trapo.
Hablar constantemente de la actual situación económica y del período que estamos viviendo en poco o nada nos puede ayudar. Peor aún, estarás de acuerdo conmigo en que tiene un efecto contraproducente. Los diversos medios de información se hacen eco continuamente de la situación; al levantarnos nos dan los datos del paro, a media mañana el IBEX 35 se deja de nuevo los 8.000 puntos ante la escalada de la prima de riesgo y por la noche nos informan sobre la caída del consumo en EE.UU. lo cual, por la magia de la globalización, afectará negativamente a nuestras exportaciones por lo que nuestra Balanza de Pagos será más negativa, etc. etc.
Sin embargo, la consecuencia más preocupante de esta crisis, bajo mi punto de vista, es que la mayoría de las personas han aparcado sus vidas a la espera de un momento mejor. Permanecen entre paréntesis, como en un estado de hibernación, a la espera de una nueva primavera económica con la que abandonar su crisálida para volver a retomar su vida.
Para todas estas personas tengo una mala noticia: la crisis no es pasajera, ha venido para quedarse. No se trara sólo de una concatenación de malos datos económicos. Esta crisis tiene raíces muy profundas y es mejor que lo asimiles cuanto antes.
“Hemos confundimos el tener con el ser. Y ahora que no podemos tener parece que no sabemos ser.”
El actual sistema capitalista se sustenta en el consumo. Un consumo tan feroz que es literalmente insostenible. Las empresas fabrican nuevos artículos basándose en unas expectativas de venta que a su vez provienen de unos estudios de mercado igualmente especulativos. Por lo que en el 95% de los casos se fabrica más de lo que se consume utilizando recursos naturales que, por si alguien no lo recuerda, son finitos. Obsolescencia programada, nuevos modelos con igualmente nuevas funcionalidades, cambiamos de ordenador, de teléfono, de televisión o de coche… hemos confundimos el tener con el ser. Y ahora que no podemos tener parece que no sabemos ser.
Sé que suena duro y desde aquí pido perdón si he herido alguna sensibilidad pero la crisis en sí es sinónimo de cambio, es un punto de inflexión. El cambio forma parte de nuestra naturaleza, de nuestra vida y nuestra supervivencia va a depender de nuestra habilidad para adaptarnos al nuevo entorno.
Si de verdad quieres cambiar esta situación deja de esperar a que otros solucionen el panorama. Levántate y mira a tu alrededor, tu día a día está lleno de oportunidades. Sé que ahora mismo no las ves pero están ahí. Quizás sólo tengas que ver las cosas por tí mismo y no a través de las gafas que, desde los medios de comunicación, te han recomendado.
Finalmente te propongo un sencillo experimento. Te invito a que durante una semana permanezcas ajeno a cualquier medio de comunicación. Olvida el telediario, la prensa y las publicaciones digitales. No permitas que nadie te hable de crisis ni de la situación económica. Siéntete libre de presión mediática y evalúa la realidad en primera persona. Camina durante esta semana por tu ciudad, por la playa o el campo. Vuelve a sentirte vivo y libre de las preocupaciones gratuitas que diariamente te regalan los medios de comunicación y sobre las cuales no tienes responsabilidad alguna. Te garantizo que después de esa semana serás una persona diferente, más positiva y dinámica.
En definitiva, deja de esperar a que la televisión anuncie el final de esta situación socio-económica. No te limites a poner entre paréntesis tu existencia porque otros proclamen que estamos en crisis. Conviértete en un indivíduo libre y activo, autónomo de acción y pensamiento, en definitiva un indivíduo vivo.
“La esperanza tiene dos preciosos hijos: sus nombres son enfado y valor; enfado al ver cómo son las cosas y valor para no permitir que continúen así.”
San Agustín.
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Image courtesy of [Stuart Miles] / FreeDigitalPhotos.net
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